El cerebro bayesiano (Episodio n°6)
- Dr Jean-Pierre Papart
- 24 mars
- 7 min de lecture

Ahora que hemos comenzado nuestra serie titulada "Prevenir y cuidar los trastornos del espectro traumático", pronto abordaremos la primera consulta de prevención secundaria de estos trastornos, es decir, el manejo terapéutico, cuyo objetivo es reducir la duración de la enfermedad en el individuo afectado, lo que tendrá el impacto sanitario de reducir la prevalencia del problema en la población (ver "Los trastornos del espectro traumático", episodio n°1). Uno de los objetivos de la primera consulta será abordar la cuestión diagnóstica (ver "Los trastornos del espectro traumático", episodios 2 y 3), aunque, como veremos, este no será el principal objetivo de dicha consulta. A modo de introducción y para identificar el carácter particular del diagnóstico médico, presentaremos otra situación en la que otro profesional, no médico, en este caso un policía, debe hacerse una especie de "diagnóstico" antes de tomar una decisión grave y arriesgada. Sin embargo, a diferencia de los policías, los médicos, que también toman "decisiones graves y arriesgadas", tienen la ventaja de contar con numerosos datos basados en la "evidence made medicine". Muchos excelentes profesionales de otros sectores no tienen esta suerte. Para aprovechar al máximo este episodio, sugiero al lector que vuelva a revisar la serie "El cerebro bayesiano", a la que este episodio hace referencia. |
Un policía ve a una mujer con el rostro ensangrentado, tendida en el suelo frente a la puerta de una casa. Su presentimiento al observar esta escena es que se trata de una mujer golpeada por un marido particularmente violento que aún se encuentra en la casa (P(E)) y que podría volverse muy violento en el momento de su arresto (P(H/E)). Si esta presunción hipotética resultara ser cierta, el policía debería ser muy prudente al enfrentarse a este hombre para arrestarlo, ya que este intentaría, muy probablemente según el presentimiento del policía, agredirlo a su vez (P(E/H)). Gracias a su formación y experiencia, tanto profesional como humana, el agente de policía es capaz de concebir esta hipótesis de probabilidad anterior al momento actual, es decir, que un hombre que ejerce violencia contra su pareja es muy probablemente violento contra cualquier persona que lo enfrente (P(H)). Su formación básica y continua, las supervisiones profesionales de las que se beneficia, así como su experiencia profesional y humana, le habrán permitido actualizar regularmente sus creencias (priors) para aumentar su precisión y maximizar así las pruebas de lo que experimenta en ese instante preciso. El cerebro del policía combina estas dos últimas informaciones de probabilidad (P(E/H) y P(H)) con la probabilidad global en cualquier situación donde se pueda observar "una mujer con el rostro ensangrentado, tendida en el suelo frente a la puerta de una casa ocupada por su compañero violento" (P(E)). El policía podrá entonces calcular la probabilidad posterior, es decir, la de una posible violencia futura, la de ser agredido a su vez, e incluso la de ser asesinado, si el arresto sale mal (P(H/E)), teniendo en cuenta las pruebas sensoriales, es decir, lo que sus ojos le han mostrado y su cerebro ha interpretado para formarse una representación (P(E)). Por lo tanto, si su estrategia es, por supuesto, no convertirse en víctima del probable compañero violento de esta mujer, deberá deducir una táctica adecuada, es decir, que, según sus conocimientos profesionales, el arresto debe realizarse por sorpresa para no darle tiempo al agresor de ejercer nuevamente su violencia. Con esta agencia bien programada, la probabilidad de una mala sorpresa disminuirá.
P(E) = Probabilidad del efecto, de lo que se observa e interpreta (ya que toda representación es el resultado de una combinación de una observación y una interpretación). Podría tratarse de una historia completamente diferente (por ejemplo, una mujer que cayó en la acera después de ser atropellada por un ciclista, u otros escenarios).
P(H/E) = Probabilidad a posteriori de la hipótesis causal (H) dado el efecto observado P(E). Es el valor predictivo positivo (VPP) (El cerebro bayesiano, Episodio n°5), o la probabilidad de las causas dadas las consecuencias generadas por la causa, es decir, los efectos.
P(E/H) = Probabilidad de observar las pruebas (el efecto E) si la hipótesis de causalidad (H) es cierta, lo que mide la compatibilidad entre el efecto y la hipótesis de causalidad. Es la función de verosimilitud. Es la sensibilidad (El cerebro bayesiano, Episodio n°5), o la probabilidad del efecto/evento/consecuencia si se conoce la causa.
P(H) = Probabilidad anterior atribuida a la hipótesis de causalidad = el prior. Es el valor de la hipótesis antes de confrontarla con los datos. Es la opinión a priori sobre la hipótesis, es decir, el prejuicio subjetivo (el juicio que precede e influye, e incluso predice la observación). |
El policía busca calcular el riesgo futuro de ser agredido si ha visto e interpretado correctamente lo que acaba de presenciar (P(H/E)). Para ello, deberá calcular intuitivamente la siguiente ecuación bayesiana que expresa la conexión probabilística entre los conocimientos anteriores (hipótesis de causalidad) y los datos observados (los efectos de "pruebas"):
P(E/H) * P (H)
P(H/E) = ------------------
P(E)
El policía (que tiene menos acceso a las probabilidades basadas en evidencias que un médico) podría estimar P(E/H), por ejemplo, en un 50% (0,5) el riesgo de ser agredido si ha interpretado correctamente lo que ha visto. Es consciente de que lo que ha visto no es la única interpretación posible, pero la considera la más probable, después de haber reunido todos los datos sensoriales accesibles. Se mencionaron anteriormente otros escenarios posibles, como que esta mujer haya sido atropellada en la acera por un ciclista que huyó. Evalúa su primera intuición en un 50%, no más. Sin embargo, si los datos visuales percibidos e interpretados por el policía se complementan con datos auditivos, y la mujer en el suelo, a pesar de la gravedad de su herida y lo reciente de la misma, hubiera podido comunicarle que acababa de ser golpeada por su marido y que este aún se encontraba dentro de la casa, en ese caso, la evaluación intuitiva de la probabilidad (P(E/H)) por parte del policía podría cuantificarse, por ejemplo, en un 90% (0,9). El policía estimará un 90% y no un 100%, sin poder excluir totalmente la posibilidad de una mentira por parte de la mujer herida. En estas circunstancias, debemos admitir que el riesgo de mentira es muy bajo, por ejemplo, menos del 10%.
La probabilidad que estima el policía del riesgo de que un hombre violento con su esposa no respete más a un representante de la ley (P(H)) es, en gran parte, una creencia propia. Esta creencia propia puede haberse construido a partir de su propia experiencia de vida (por ejemplo, si ya se ha enfrentado a este tipo de violencia en su trabajo y ha sido afectado física y psicológicamente, o si su propia madre sufrió violencia conyugal de la que fue testigo en su infancia, u otros eventos que lo hayan marcado e influido profundamente en sus creencias). Sus creencias (priors) también pueden haber sido influenciadas por la cultura, es decir, lo que escucha en la calle, en la televisión o en las redes sociales. Aquí vemos que, para esta probabilidad (P(H)), los sesgos cognitivos –en el sentido de Kahneman– pueden jugar un papel interpretativo considerable y deben ser identificados por el propio policía. Para eso sirven las sesiones de debriefing post-intervención delicada y las supervisiones regulares. Si el policía tiene una buena gestión emocional, podrá estimar intuitivamente esta probabilidad (P(H)) en, por ejemplo, un 25% (0,25). En caso contrario, si no la tiene o la tiene en menor medida, su estimación será, por ejemplo, del 75% (0,75).
La probabilidad de haber visto correctamente lo que ha visto, en cierto modo, la prueba de que la representación de lo que ha visto –"una mujer con el rostro ensangrentado, tendida en el suelo frente a la puerta de una casa" (P(E))– es "real" y no una alucinación, será, por supuesto, cercana al 100% (1,0). Si la historia fuera contada por un esquizofrénico en plena crisis, esta probabilidad sería, por supuesto, radicalmente más baja debido a una posible alucinación. Pero consideraremos que el policía está en plena posesión de sus facultades cognitivas y retendremos este valor del 100% para esta probabilidad (P(E)).
Si tomamos los valores del 90% para P(E/H), del 25% para P(H) y del 100% para P(E), entonces:
P(E/H) * P (H)
P(H/E) = ------------------ = ((0,9) × (0,25)) / (1,0) = 0,225.
P(E)
Esta estimación es de 0,225 (22,5%), es decir, aproximadamente 1 posibilidad/desgracia de 4 de un riesgo de confrontación violenta en el momento del arresto. Esta probabilidad –seria pero normalmente manejable emocionalmente para un policía bien formado y experimentado– implicará la planificación razonada y la ejecución de un arresto técnicamente ad hoc, en la estrategia del policía de no convertirse en víctima del probable compañero violento de esta mujer, reduciendo así su riesgo de ser agredido de ¼ (P=0,225) a casi cero. Para ello, deberá planificar una táctica adecuada, es decir, que, según sus conocimientos profesionales, el arresto debe realizarse por sorpresa para no darle tiempo al agresor de ejercer nuevamente su violencia. Por sorpresa significa, en este caso, que el desarrollo del arresto debe comenzar con la inmovilización rápida y sin más consideraciones del agresor. Luego podrán seguir los procedimientos exigidos por la ley (presentación del policía, justificación del arresto, expresión de los derechos del acusado, etc.), aunque en segundo lugar.
Por otro lado, si, debido a una falta de formación/supervisión o, más probablemente, debido a creencias inapropiadas asociadas a dificultades importantes de gestión emocional, el policía podría sobrestimar exageradamente el riesgo de ser agredido. En ese caso: P(H/E) = ((0,9) × (0,75)) / (1,0) = 0,675, es decir, aproximadamente 2 posibilidades/desgracias de 3 de un riesgo de confrontación violenta en el momento del arresto. Con esta convicción en mente, el policía correrá un riesgo mucho mayor de una reacción inapropiada, en el mejor de los casos huir, en el peor de los casos disparar su arma de fuego como primera opción. Ahí es donde puede llevar un sesgo cognitivo. Por lo tanto, nunca es un riesgo que se deba subestimar. La realidad de los sesgos cognitivos siempre debe tenerse en cuenta en la formación y la práctica de cualquier profesión.
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